Una cosa me asombra prodigiosamente me atrevería a decir que me deja estupefacto es que a la hora científica en la que escribo, después de los innumerables experimentos, después de los escándalos cotidianos, todavía pueda existir en nuestra querida Francia (como dicen en la Comisión de Presupuestos) un votante, un solo votante, ese animal irracional, inorgánico, alucinante, que acepte perturbarse a sí mismo de sus negocios, de sus sueños o de sus placeres, para votar a favor de alguien o de algo. Cuando se piensa en ello por un momento, ¿no es este sorprendente fenómeno diseñado para desconcertar a las filosofías más sutiles y confundir a la razón? ¿Dónde está el Balzac que nos dará la fisiología del votante moderno? ¿Y el Charcot que nos explicará la anatomía y la mentalidad de este lunático incurable? Le estamos esperando. Octave Mirbeau En medio del horror universal, el pensamiento avanza hacia tiempos mejores. Construye un mundo en el que la carnicería sería desconocida. No es la primera vez que el espectáculo de la guerra suscita el deseo de una paz en adelante eterna. No es la primera vez que los hombres tratan de fundar instituciones que impidan a los pueblos desgarrarse unos a otros. A los que sufren, ¿quién se atrevería a prohibirles soñar? El futuro se construye sobre el sufrimiento humano y el mundo nace y se renueva, como los propios hombres, entre gemidos. Pero los sueños también necesitan tomar forma, y sólo la política puede darles esa forma. J. BAINVILLE