El catolicismo tiene una parte buena, que es la doctrina de sus santos padres y teólogos, ante la cual, aun no aceptándola por completo, tenemos que descubrirnos todos los que pensamos filosóficamente. Y tiene otra parte mala, representada por todos los dogmas aprobados en Concilios y Asambleas, donde la mayor parte de las veces no presidía, en verdad, el Espíritu Santo.El que lea este libro, conocerá ya las razones por las cuales me he permitido un examen crítico de las religiones.